PARTE I
Origenes milenarios
Su actual nombre científico, ALOE BARBADENSIS, se cree que se originó cuando los Franciscanos españoles la trasladaron desde su país a América, posiblemente a la isla Barbados.
Según se estima, el uso del aloe vera se remonta a los orígenes de la humanidad. Los pioneros en utilizarlo fueron los chinos y en el antiguo Egipto era común su uso. Para esta civilización, era como la planta de la inmortalidad y la incluían entre los regalos funerarios enterrados junto a los faraones.
Cuando Alejandro Magno conquistó la isla Socotora, en el sur de Arabia, se supone que se vio favorecido por la gran cantidad de plantas de aloe vera existentes que le sirvieron para la curación de heridas y enfermedades de sus soldados durante las campañas.
Por su parte, Cleopatra, la usaba diariamente como ingrediente esencial en sus cuidados diarios.
Dioscórides, en el siglo I de nuestra era, lo describió intensamente en su herbario griego por sus propiedades medicinales y cosméticas.
También en la historia de los romanos, griegos, hindúes, árabes y otros pueblos de climas cálidos, se comentan las virtudes de esta planta.
Durante la II Guerra Mundial, se redescubrió su valor terapéutico. Las víctimas de las quemaduras causadas por las explosiones atómicas en las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki, se curaron más rápidamente (en infinidad de casos sin dejar cicatrices) por usar aloe vera.
La NASA (National Aeronautics and Space Administration) lo utiliza permanentemente porque absorbe el 90% de la toxicidad de diversas sustancias como: el PVC, la fibra de vidrio, los barnices, las pinturas, las radiaciones de los ordenadores, los televisores y demás aparatos electrónicos.
*ANTE CUALQUIER DUDA, SIEMPRE CONSULTAR AL MEDICO
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